Diez consejos para mejorar en escalada

Cuando vemos a un escalador de élite subir con facilidad los boulders en los que hemos estado luchando y que nos están costando desde el comienzo de la temporada, nos da la oportunidad de entender en qué debemos trabajar. Por eso, aquí te presentamos diez aspectos clave que distinguen a los escaladores "de élite" y que pueden ayudarte a mejorar tu escalada.

 

 

10 - Administrar la energía

 

¿Cómo pueden los escaladores experimentados sostener interminables sesiones en el gimnasio mientras que nosotros, después de una hora, estamos ya agotados y listos para irnos a casa? Saber administrar la energía para tenerla en los momentos importantes de una vía o un boulder es la clave para mantenernos cargados por más tiempo durante nuestra sesión de entrenamiento o nuestro día en la roca. Cuanta más energía ahorremos, más tendremos para los siguientes movimientos, más boulders o vías al límite podremos probar. Para hacer esto, es necesario un poco de auto-analisis para darnos cuenta de cómo apretamos las presas, incluso cuando son muy buenas, o de cómo podríamos aprovechar mejor los puntos de apoyo de pies para relajar los brazos

 

 

9 - Valorar las presas

 

Cuando alcanzamos una presa que no conocemos, raramente es "buena la primera vez": a menudo hay que ajustarla buscando el mejor punto, una posición diferente del cuerpo o una presión más efectiva, tal vez arqueando o usando tres dedos. Los escaladores experimentados, de hecho, nos demuestran el arte de valorar las presas "ajustándola" de la mejor manera: recordemos, por lo tanto, que no debemos tener prisa por subir lo más rápido posible y que debemos buscar una mejor solución cuando la presa no parece ser gran cosa.

 

 

8 - No escalar siempre de frente

 

Si hay una diferencia marcada entre un escalador de diferentes niveles, es la posición del cuerpo con respecto a la pared; a menos de que haya un movimiento muy específico, te darás cuenta de que un escalador experimentado siempre se gira hacia un lado u otro. Te aconsejamos que intentes escalar los boulders muy por debajo de tu nivel límite, cambiando el tipo de escalada de frontal a lateral: verás que te costará menos esfuerzo, la escalada será mucho más fluida e instintivamente levantarás más los pies. Y te sentirás genial.

 

 

7 – Mueve primero los pies y después las manos

 

Otra gran diferencia entre los escaladores novatos y los expertos es el punto de partida del movimiento, cualquier movimiento. A menudo, los escaladores principiantes en boulder, especialmente si ya tienen una fuerza física decente, agarran primero los agarres más altos posibles y luego intentan levantar sus pies de alguna manera. Antes de intentar alcanzar el siguiente agarre, intenta levantar el pie opuesto: un pequeño truco para un gran cambio.

 

 

6 – Escalar de manera variada

 

Observa a un escalador de élite en un boulder o una ruta de dificultad media: a menudo lo encontrarás enganchado de formas inverosímiles, usando talones o puntas o haciendo trucos de todo tipo como lanzamientos con dos manos o matches en el aire. Aprender las diversas técnicas te ayuda a hacer tu escalada más colorida y divertida, y, por supuesto, a resolver movimientos que de otro modo serían imposibles.

 

 

5 – Escalar relajado

 

Por supuesto, no puedes estar relajado mientras intentas un paso clave en una ruta al límite, pero en los puntos de menor intensidad puedes concentrarte en la respiración y la recuperación activa. La relajación va de la mano con la capacidad de dosificar las energías, pero también se refiere a la necesidad de relajar y descontraer los brazos descargando mucho peso en los pies. La posición clásica de la rana, por ejemplo, es un excelente método para relajar ambos brazos manteniéndolos extendidos y moviéndolos alternadamente, confiando en un centro de gravedad muy bajo. Escalar una sección fácil con una buena respiración nos permite llegar frescos física y mentalmente a la sección más exigente de la ruta o del boulder.

 

 

4 – Observar el paso antes de intentarlo

 

Antes de intentar un nuevo paso, un escalador experimentado pasa mucho tiempo con la vista hacia arriba: las características fotos de antes de la competencia son la prueba de que los atletas están concentrados en visualizar los movimientos que les esperan. Aunque esto parece un requisito del competidor, también puede ayudarnos mucho en el rocódromo para evitar terminar en la colchoneta después de los primeros cuatro movimientos. Buscar los agarres o apoyos que necesitamos mientras estamos con zapatillas es ciertamente mucho más cómodo que buscarlos mientras estamos montados en una placa con una regleta de 2 mm en la mano.

 

 

3 – Intentar movimientos al límite

 

La ecuación cartesiana del escalador que se entrena es que cuanto más sube de nivel, más prueba cosas extremas, y esto significa caer a menudo. El escalador principiante tiende usualmente a probar, por razones muy razonables, movimientos que puede hacer; si no los puede hacer, a menudo desciende desescalando. Aunque este enfoque es completamente justificable, en algún momento es necesario probar nuevos movimientos, y por nuevos nos referimos a muy difíciles, y por muy difíciles nos referimos a que en los primeros diez o doce intentos seguramente te caerás. Este es el único sistema para mejorar en lo que nos rechaza.

 

 

2 – Apoyar bien los pies

 

Aquí estamos en las bases de una buena escalada, que no puede mejorar sin dominar bien el uso de los pies. Saber empujar bien con la punta, mantener el talón bajo en una placa para no fatigar los músculos de la pantorrilla o entender el ángulo adecuado para un taloneo eficaz son requisitos que se deben dominar lo antes posible.

 

 

1 – Escalar con fluidez

 

Es el resumen de lo enumerado anteriormente, porque todas estas técnicas refinadas llevan inevitablemente a una escalada mucho más armónica, hermosa para quien la mira y efectiva para quien la practica. Ser fluido también significa no dudar para no romper el movimiento, por lo tanto, dominar no solo la dificultad técnica requerida, sino también el aspecto mental de la inseguridad que hace la diferencia entre intentar o no subir.