Perder el contacto del pie de gato con la roca es una gran preocupación para cualquier escalador. Al principio este problema te sucede en paredes verticales con apoyos discretos, pero con la experiencia, las dificultades por mantener el agarre de nuestras gomas no cesarán, ya que nos enfrentaremos a pasos más complicados, vías más desplomadas y en las que el apoyo para nuestros pies no serán sino meras marcas o dibujos de la roca. Los motivos de la pérdida de pies son variados y pueden depender de carencias en nuestra técnica o de motivos externos, como que la roca este muy pulida. ¡Hemos recopilado siete de los motivos más frecuentes para aportar ideas sobre qué aspectos de nuestra escalada podemos mejorar para estar siempre pegados a la roca!
7- Falta de movilidad articular. Todos sabemos que la movilidad articular es muy importante "sobre el papel", pero muy pocos escaladores deciden sacrificar parte de la sesión de entrenamiento en otras habilidades como la fuerza o la coordinación este punto. Pese a ello podemos asegurarte que tener una cadera flexible y móvil que te mantenga cerca de la pared es el "non plus ultra" para dominar el empuje de los pies y mantener el grip en nuestros movimientos. De hecho, esto resulta decisivo en situaciones como taloneos o ganchos de puntera, donde una cadera rígida nos bloquea el movimiento y, en la práctica, mantiene nuestro torso muy alejado de la pared (el famoso: "el talón que no se queda").
6- No cargar bien de peso sobre las punteras. En escaladores que se encuentran en sus primeras fases del aprendizaje, podemos ver como su tendencia es la de colocar la parte lateral de los gatos en vez de la punta. Desde esta posición no puedes rotar el cuerpo, ya que si tienes el pie apoyado de lado, al girarlo, este se saldrá de la base en la que apoya y resbalará. Al cargar solo la punta podremos mantener la confianza en el apoyo mientras rotamos el pie, nos colocamos de lado (bicicleta) o nos ponemos de puntillas para alcanzar un agarre de mano alto. Existe la salvedad de las “adherencias”,donde intentamos aumentar la superficie de contacto del pie tanto como podamos. En un video interesante de Paul Robinson, publicado en el sitio web de Mojagear, nos muestra cómo posiciona el pie en un volumen con plano inclinado hacia abajo, buscando la máxima adherencia.
5- No ser precisos con los pies. Un error muy común en escaladores noveles o mal acostumbrados al rocódromo, donde los apoyos de pies tienden a ser grandes, es el de no colocar bien el pie al primer gesto, necesitando rectificar la posición dos o tres veces para sentirse seguros. Si nos pasa, significa que o bien no tenemos confianza en nuestro criterio o bien que no hemos valorado correctamente el apoyo en la visualización. De hecho, se tiende erróneamente a mirar en exceso hacia arriba, buscando el siguiente agarre de mano olvidando fijarse más en los pies.
4- No empujar desde piernas. A veces nos parece que todo el universo nos está dando señales inequívocas de que no tenemos fuerza suficiente, que no estamos bien coordinados o que los movimientos dinámicos son una habilidad exclusiva de otra estirpe de escaladores. Aprender a avanzar mediante el empuje con las piernas, y no desde nuestros brazos es uno de los aspectos más necesarios para mejorar en la escalada, pudiendo resultar más complicado de interiorizar en aquellos que vienen de disciplinas como la gimnasia. Para la escaladora Paige Claaseen el posicionamiento preciso de los pies es el aspecto más importante, y entiende la escalada como un deporte de habilidad. Si no te hemos convencido, te recomendamos ver el avance de su curso “Precision Footwork” (de pago), donde te convencerá del avance que puede suponer mejorar la técnica de pies.
3- Estar desequilibrados. Cada vez más, el “routsetting” de los rocódromos nos retan con pasos de talón y apoyos de pie distantes de nuestra vertical, que nos obligan a posicionarnos de forma incómoda. Cargar o empujar con el pie que corresponde a la mano que mantiene el bloqueo, requiere de un plus de explosividad y coordinación. Puedes mejorar estos movimientos, haciendo campus con apoyos de pie distantes
2- Un core débil que impide recuperar los pies en techos. Sabemos bien que mantener los pies contra la roca cuando la roca inclina de forma “interesante” no es fácil, ya que no solo se implican los abdominales, sino toda esa misteriosa banda llamada core o tensión corporal (body tension para los amigos de lo anglo). Un entrenamiento específico de seis meses para la fuerza de brazos será muy útil para quedar colgando en un desplome de 60º mientras se balancea en un intento desesperado de recuperar el apoyo de pies, pero solo a través de un trabajo intenso en el core se logra recuperar y no perder los pies en desplomes y techos. Si combinas falta de core con una cadera rígida, será mejor que te mantengas alejado de los grandes desplomes salvo que quieras subirlos como si se tratase de una sesión de campus board.
1- Los pies de gato no son de tu talla. Cuando intentamos escalar con zapatillas de aproximación percibimos diferencias notables frente al hacerlo con pie de gato, la ausencia de sensibilidad es una, pero también la falta de precisión y capacidad de empuje que podemos dar a través de la punta de nuestro pie. De forma análoga, un pie de gato demasiado grande (hablamos de medio número o un número extra) puede marcar la diferencia sobre apoyos pequeños. La talla es una duda recurrente para aquellos que se enfrentan a sus primeras compras de pies de gato, donde el pie no está aún hecho a la compresión.
Lea nuestra guía sobre cómo elegir los pies de gato adecuados para ti aquí.
3 ottobre 2020