Te lo dice Oliunìd
06/12/2024
Las diez frases más oídas en el acantilado!


© Alexa Flower, Patagonia
Cuando vamos a los riscos, no sólo somos escaladores, sino también un poco aseguradores, motivadores y entrenadores personales. Y si hay algo de lo que podemos estar seguros, no es sólo de que esta multiplicación de roles se produce en Finale como en Kalymnos, en Margalef como en Flatanger, sino sobre todo de que las frases más pronunciadas en el peñasco van más allá de los diferentes matices lingüísticos y se encuentran, unidas, en un único glosario común a todos los escaladores.
Así que aquí van diez frases que, traducidas más o menos literalmente, oiremos decir en cualquier peñasco del mundo.


Sesión profesional con Jorge Díaz Rullo, fotógrafo Javi Pec SCARPA
¡A muerte!
Es una invitación muy parecida a la anterior, por lo menos en su polivalencia en diferentes situaciones, pero la mayoría de las veces se puede decir cuando el escalador está intentando un movimiento extremo. Para todos aquellos escaladores a los que no les gusta distraerse mientras escalan, puede ser la última cosa que les diga como asegurador antes de que les den un pegue a su proyecto.
¡Ojo!
Es una de las pocas exclamaciones pronunciadas por los escaladores, que adquiere diversos matices según el dialecto local. Sinónimo abreviado de: «¡Es lo último que puedo decir antes de caerme!», “¡Prepárate para recuperarte rápido pero también de forma dinámica!”, “Estoy a punto de entrar en pánico".
¡Venga!
Se trata del tipo de incentivo más común entre los escaladores españoles, que resume todas las frases más propicias para ayudar al escalador a subir más alto, hacer un movimiento más arriba o intentar llegar al menos a la chapa siguiente. A menudo, cuando se trata de animar a hacer un movimiento más, también podemos oír: ¡Venga, tu puedes! Al mismo tiempo, representa la expresión de la felicidad por haber logrado un buen éxito después de un movimiento crucial o por cualquier movimiento realizado al límite. En resumen, es bueno para el 99% de las posibles situaciones en la roca y también los escaladores extranjeros lo han incorporado entre sus nuevas frase típica en los acantilados.


© Drew Smith, Patagonia
¡Pilla!
Sí, pero el pegue no está yendo de la mejor manera, puede ser que después tú «a muerte» el escalador te conteste con: «¡pilla!». Esto se traduce también en «¡tres, dos, uno... me caigo!». Como aseguradores, no debemos pero tomarlo literalmente; una segura suave y dinámica siempre es bien recibida y eficaz contra las lesiones. Normalmente, tras «Pilla!» muere cualquier intento de conversación y, sobre todo, de llevar el proyecto a casa. Gracias al tono inequívoco en que se grita, es comprensible en cualquier idioma del mundo. El tono en que se emite es un claro ejemplo de «comunicación no verbal» universal.
Respira...
A partir de la antigua sabiduría de la meditación tibetana, los escaladores han hecho suyo uno de los pocos consejos verdaderamente útiles para quienes se encuentran en dificultades mientras escalan. Si alguna vez te has encontrado escalando el largo crucial de una vía prácticamente en apnea, sabrás que la respiración puede ser un método infalible y muy eficaz para no explotar.
¡Sube pies!
A diferencia de la anterior, es una de esas frases que desencadenan un nivel de nerviosismo de cero a cien en quienes están en la pared lidiando con presas mínimas y, ni que decir tiene, con pies inexistentes. Representa un intento de desbloquear esa situación clásica en la que el escalador ya no puede subir ni bajar, y prolonga este estancamiento más allá de cualquier duración soportable. Sin embargo, dado que levantar el pie en una postura demasiado alta puede conducir a una situación de mayor desequilibrio, la consecuencia más probable suele ser que uno se caiga. Así, la jornada se verá inevitablemente comprometida.


Daila Ojeda, foto de Esteban Lahoz SCARPA
¡Ahí está!
Probablemente, Einstein desarrolló la teoría de la relatividad al pie de un risco, escuchando una animada discusión entre un escalador colgado de la pared, ferviente creyente de que el movimiento era morfológico, y su compañero asegurador, igualmente seguro de que la siguiente presa estaba «al alcance de la mano». Es la clásica frase que escuchamos del asegurador (en este caso, también un poco entrenador personal) al escalador que está trabajando en un proyecto, quizá estudiando movimientos individuales, y que casi siempre genera un nivel de irritabilidad que roza cotas muy altas. A pesar de ello, sigue siendo una de las frases de risco más populares de todos los tiempos.
Toma magnesio
Lo que parece un consejo muy útil para controlar la sudoración de las manos es, en realidad, un intento de desviar la atención del escalador, visiblemente al límite, de un bucle evidente de pensamientos negativos. ¿Cómo nos damos cuenta de este «estado de emergencia»? El temblor de las piernas (los ingleses dicen «movimiento de máquina de escribir»), las manos palpando al azar cada aspereza rocosa, sin llegar a agarrar ninguna realmente, y la cabeza hacia atrás con cada paso. En este caso, casi pasamos de ser aseguradores a entrenadores de vida.
¡Relájate, es seguro!
Cuando se supera la última cinta pasada, nuestra voz interior sobre las consecuencias de una posible caída se vuelve insistente. Por eso, el asegurador a menudo nos recuerda que estamos en una posición segura, que nos está mirando atentamente y que podemos continuar con confianza y serenidad. Lástima que se necesite más que eso para acallar nuestra voz interior.


Sesión profesional con NIco Favresse, fotógrafo Javi Pec SCARPA
¡Pasa la cuerda!
Lo que parece un consejo sincero y desinteresado es, en realidad, una especie de plegaria expresada en una situación en la que el asegurador siente que todas sus cualidades de «amortiguador dinámico» están a punto de ponerse en entredicho. Tratando de evitar la inminente larga fuga de su compañero, le aconseja con un velo de esperanza que intente pasar la cuerda a la siguiente cinta rápida lo antes posible.











